A veces creo que estoy obsesionada con aprovechar el tiempo. Pasé muchos años de mi vida dedicada a trabajar para ganar dinero; muchos años de mi infancia dedicada a ver la televisión. Muchos años, meses, días, horas, minutos y segundos perdidos. Me perdí mucho. Mucho más de lo que os llegáis a imaginar.
Pero ya todo eso se acabó.
Ahora a cada minuto de mi vida me pregunto: ¿merece la pena dedicarle tiempo a ésto? ¿Para qué lo hago? Y en la medida de lo posible elijo la opción que considero más importante para mí. Me siento responsable de elegir:
¿Limpiar mi casa o tomar un té con un amigo?
¿Ver la televisión o hablar con mi familia en la comida?
¿Trabajar muchas horas para tener más dinero o tener menos y pasar tiempo con mis hijos?
¿Dejar pasar las horas o gestionar mi tiempo para que sea productivo?
¿Mirar el whatsapp o escuchar lo que me dice una amiga?
¿Tirarme en el sofá o dar un paseo por la naturaleza?
¿Avanzar en mis proyectos o echar una tarde de rol con los amigos?
¿Ver las noticias o leer un libro que me guste?
¿Terminar el máximo de tareas o pararme a preguntar a una compañera cómo le va?
¿Comer sola o invitar a toda mi familia a comer?
¿Pasar una hora en facebook o ver un documental de mis temas favoritos?
¿Ver una película o jugar al Catán con mis hermanos?
¿Ahorrar dinero o hacer un viaje apasionante?
¿Vivir una vida estándar o VIVIR UNA GRAN VIDA?
Creo fervientemente que construimos la vida que queremos, elegimos cada momento qué vida queremos tener.
Es cierto que aún a veces hago cosas que no me hacen sentir plenamente. Por suerte soy consciente de ellas y estoy trabajando para cambiarlas.
Vivir así tiene unos costes a pagar. Vivir intensamente puede ser a veces muy estresante y caótico. Cada día es diferente y está lleno de miles de experiencias. Hay días que mi vida es una auténtica locura. Bendita locura.
Porque el tiempo se va como arena entre las manos.
Porque cada uno de esos minutos no va a volver.
Porque no sabemos el tiempo que nos queda.
Porque no hay una segunda oportunidad para vivir.
Ésta es mi vida y la quiero vivir ahora.
Me gustaría compartir con vosotros este cuento de Jorge Bucay, sacado de su libro Déjame que te cuente: Aprovechar el tiempo.
Cuento aprovechar el tiempo
Había una vez un hombre que estaba decidido a disfrutar de la vida.
Él creía que para eso debía tener suficiente dinero.
Había pensado que no existe el verdadero placer mientras éste deba ser interrumpido por el indeseable hecho de tener que dedicarse a ganar dinero.
Pensó, ya que era tan ordenado, que debía dividir su vida para no distraerse en ninguno de los dos procesos: primero ganaría dinero y luego disfrutaría de los placeres que deseara.
Evaluó que un millón de dólares sería suficiente para vivir toda la vida tranquilo. El hombre dedicó todo su esfuerzo a producir y acumular riquezas.
Durante años, cada viernes abría su libro de cuentas y sumaba sus bienes.
– Cuando llegue al millón- se dijo- no trabajaré más. Será el momento del goce y la diversión. No debo permitir que me pase lo de otros- se repetía-, que al llegar al primer millón empiezan a querer otro más.
Y fiel a su duda hizo un enorme cartel que colgó en la pared:
SOLAMENTE UN MILLÓN
Pasaron los años.
El hombre sumaba y juntaba. Cada vez estaba más cerca. Se relamía anticipando el placer que le esperaba.
Un viernes se sorprendió de sus propios números:
La suma daba 999.999,75
¡Faltaban 25 centavos para el millón! Casi con desesperación empezó a buscar en cada chaqueta, en cada pantalón, en cada cajón las monedas que faltaban….No quería tener que aguardar una semana más.
En el último cajón de un armario encontró finalmente los 25 centavos deseados.
Se sentó en su escritorio y escribió en números enormes:
1.000.000
Satisfecho, cerró sus libros, miró el cartel y se dijo:
– Solamente uno. Ahora a disfrutar…
En ese momento sonó la puerta.
El hombre no esperaba a nadie. Sorprendido, fue a abrir. Una mujer vestida de negro con una hoz en la mano le dijo:
– Es tu hora.
La muerte había llegado.
– No….- balbuceó el hombre-. Todavía no…..No estoy preparado.
– Es tu hora- repitió la muerte.
– Es que yo…..El dinero….El placer….
– Lo siento, es tu hora.
– Por favor, dame aunque sea un año más, yo postergué todo esperando este momento, por favor…
– Lo lamento- dijo La muerte.
– Hagamos un trato- propuso desesperado-: yo he conseguido juntar un millón de dólares, llévate la mitad y dame un año más. ¿Sí?
– No.
– Por favor. Llévate 750.000 y dame un mes….
– No hay trato.
– 900.000 por una semana.
– No hay trato.
– Hagamos una cosa. Llévatelo todo pero dame aunque sea un día. Tengo tantas cosas por hacer, tanta gente a la que ver, he postergado tantas palabras…por favor.
– Es tu hora- repitió La muerte, implacable.
El hombre bajó la cabeza resignado.
– ¿Tengo unos minutos más?- preguntó.
La muerte miró unos pocos granos de arena en su reloj y dijo:
– Sí.
El hombre tomó su pluma, un papel de su escritorio y escribió:
Lector:
Quienquiera que seas. Yo no pude comprar un día de vida con todo mi dinero.
Cuidado con lo que haces con tu tiempo.
Es tu mayor fortuna…
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Foto por nicholasjon“Creerás que el tiempo pasa rápido, […]
pero recuerda que cada día
el mundo amanece en ti. “ Ismael Serrano