Algunas veces, en lugar de comer, lo que hacemos es introducir alimentos en nuestra boca. Por ejemplo, cuando desayunamos delante de la pantalla del ordenador, comemos viendo la tele o mantenemos una conversación acalorada con alguien mientras engullimos lo que hay en nuestro plato. Y entonces, sin darnos cuenta, el plato está vacío, nuestra barriga inflada y nos sentimos llenos y pesados.
Lo reconozco: yo soy de esas. Siempre he tenido muy poco tiempo para comer y me he acostumbrado a devorar a toda prisa toda la comida que tengo delante, controlando los minutos que me quedan para tener que irme. Es por eso que me he propuesto comer con atención plena.
Hace algún tiempo tuve mi primer contacto con la comida consciente. En Granada nos visitaron unos monjes budistas y estuvimos un gran grupo de personas comiendo conscientemente y en silencio en el Paseo de los Tristes, un lugar con unas vistas preciosas. Ahí es dónde, por primera vez, me di cuenta de que mi manera de comer no me satisfacía.
Esta falta de atención en el acto de comer nos desconecta de las sensaciones fisiológicas que experimentamos al comer y por eso, no registramos cuando ya estamos satisfechos y seguimos comiendo. Además, tampoco somos conscientes cuando algo nos está causando malestar y por eso después tenemos molestias digestivas.
Otro punto importante es que la falta de atención al comer nos priva de sentir placer. Para poder disfrutar algo, o a alguien, necesitamos ponerle atención, enfocarnos para poderlo percibir con nuestros sentidos, para vincularlos mental y emocionalmente.
Una poderosa herramienta para comer lo que necesitamos y disfrutar lo que comemos es aprender a comer con atención plena.
¿Qué significa Comer con Atención Plena?
Significa estar presente al momento de comer. Dirigir tu atención tanto a lo que comes como al impacto que tiene lo que comes en ti. Es tener conciencia de lo que perciben tus cinco sentidos al comer, de los pensamientos y emociones que surgen al comer.
Consejos para comer con atención plena
- Come sentado, en un lugar en el que te sientas cómodo. No comas de pie, andando o en tu lugar de trabajo.
- Elimina las distracciones: mantén el móvil apagado, no pongas la televisión (mejor: no tengas televisión), no revises el email o las redes sociales…No hagas otra cosa que no sea comer.
- Antes de servirte, tómate un momento para observar todas las opciones de comida ante ti. Explora la comida con tus sentidos. ¿A qué huele? ¿Cómo se ve? ¿Qué deseas realmente comer?
- Una vez que has decidido lo que comes, detecta tu grado de hambre fisiológica y sírvete en porciones de acuerdo a tu hambre fisiológica no al hambre emocional, no al antojo.
- Come despacio. Mastica la comida, no cojas otro bocado hasta que no hayas tragado el anterior. Esto nos ayuda a digerir mejor la comida, a disfrutar de ella y a que el cuerpo detecte la señal de saciedad a tiempo.
- Cierra los ojos. De cuando en cuando, cierra los ojos al masticar y percibe las texturas, la temperatura, los sabores, los olores de lo que comes. Siente la comida.
- Deja tu tenedor sobre el plato. Dejar el cubierto sobre el plato te dará un momento para preguntarte si todavía estás hambriento, y para disfrutar de cada bocado.
- Contacta contigo constantemente para saber tu grado de hambre y satisfacción. Para de comer cuando te sientas satisfecho.
Comer con atención plena te permite conocerte mejor, conocer qué te gusta y qué no, qué le hace bien a tu cuerpo y qué no, te permite disfrutar realmente lo que comes, y le permite a tu cuerpo mantenerse en un estado de relajación que favorece una mejor digestión. Ya os iré contando qué tal me va. 😉
Foto: Jason Rogers/ Flickr