Y allí estaba yo, pasando el caserío de Munioetazar, en pleno corazón de Euskadi, cuando mi rodilla dijo “hasta aquí he llegado”. Aún me quedaban 10 km para llegar al albergue, los que hice pasito a pasito, a la velocidad de un abuelo con andador. Y cuando llegué, con un dolor tremendo, me dije que ya llevaba unas cuantas lecciones de vida aprendidas en el Camino de Santiago, y las que me faltaban por aprender.
Hoy quiero hablarte de eso. De cómo el Camino de Santiago puede ayudarte a encontrar tu propio camino igual que a mí me ayudó a encontrar el mío.
Caminar es, hasta el momento, la mejor forma que he encontrado para mantenerme conectada conmigo misma; ideal para aquellos momentos en los que sientes que no avanzas y necesitas respuestas.
No eres consciente del impacto positivo que caminar puede tener en tu vida hasta que das el primer paso y empiezas a acumular kilómetros en tus piernas. Hasta que te pones en acción, sales de tu zona de confort, y te abres al mundo con la única intención de absorber cada una de las enseñanzas que éste tiene preparadas para ti.
Echarme la mochila al hombro ha sido clave para redirigir mi rumbo y encontrarme a mí misma en mi propio camino. Y para animarte a que tú también salgas de casa si sientes que necesitas un reset, hoy quiero compartir contigo 15 lecciones de vida que he aprendido en el Camino de Santiago, y que pueden ayudarte también a ti.
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¿Por qué el Camino de Santiago?
Habrás podido deducir en varios de mis posts que me gusta la naturaleza y salir a andar por ella. Soy aficionada al senderismo y al monte, y siempre que puedo me escapo a hacer una ruta o a culminar una cima.
Subida al pico del MulhacénHacer el Camino de Santiago era uno de esos “algún día” que tenía yo en mi lista de “no me quiero morir sin antes…” (te recomiendo que te hagas tu propia lista, es maravilloso ir tachando puntos de ahí).
Un día, contándole a mi amiga Cristina que me gustaría pasar más tiempo con mi hermano, me propuso que hiciese con él el Camino de Santiago. Me pareció una idea genial, y al poco tiempo ya estábamos mi hermano, mi hermana, mi pareja y yo haciendo planes de fechas para ir.
Conforme se iba acercando la fecha, mis hermanos me anunciaron que ellos finalmente no podrían acompañarme. Pero yo ya estaba tan entusiasmada, que en ningún momento pensé en no ir, a pesar que el objetivo inicial ya no tenía sentido.
Estuve viendo los distintos caminos y escogí el Camino del Norte o de la Costa. Había leído que era el más fresquito y menos concurrido, y las etapas son más de montaña y verde, que es lo que a mí me gusta.
No sé exactamente qué es lo que buscaba yo al ir al Camino de Santiago, pero mi intuición me decía que algunas lecciones de vida me iba a traer de allí, y ya sabes que la intuición nunca se equivoca.
15 lecciones de vida que he aprendido en el Camino de Santiago
Lección 1:Simplifica tu vida
En el Camino de Santiago, todo lo que necesitas tienes que llevarlo en tu mochila y cargarlo durante la caminata. Por eso cada gramo cuenta, y es esencial pensar bien qué es importante y qué no, simplificar todo lo posible. Todo el tiempo que estuve allí viví con muy poquitas cosas, y créeme que apenas eché de menos nada material.
En el tiempo que llevo siendo minimalista he aprendido que no necesitamos tanto para vivir. Solemos estar muy apegados a lo material, creando necesidades que no son tales. Mi recomendación es que vacíes tu mochila de la vida: de cosas, de compromisos, de culpas, de expectativas… Simplificarás tu vida, y dejarás espacio para nuevas experiencias y para lo que realmente importa.
Lección 2: Todo no se puede planificar
Yo suelo ser muy planificadora y organizada, y eso me da seguridad y confianza. Cualquier viaje lo llevo preestructurado al dedillo, con hoja de ruta muy detallada. En este viaje pensé en planificar menos y dejarme llevar, pero aún así llevaba mapa de cada uno de los días, de dónde íbamos a dormir y en qué momentos íbamos a parar a comer, etc.
Pero la realidad fue bien distinta: parábamos a comer cuando teníamos hambre o estábamos cansados, dormíamos en el albergue que le quedaran plazas al llegar, y surgieron ciertos imprevistos, como el caso de mi rodilla, que nos hicieron cambiar los planes sobre la marcha.
Cada vez más estoy aprendiendo que los imprevistos surgen siempre, y que no es un problema que mi día no salga según lo planificado. Últimamente me dejo tiempo sin planificar y estoy aprendiendo a disfrutar de la incertidumbre y de la libertad de ésta. No saber lo que te va a ocurrir hace la vida más interesante, en cierta medida. Aunque aquí aún me queda trabajo por hacer.
Lección 3: Ante un problema, solución
Antes de ir al Camino de Santiago yo tenía una idea hecha en mi cabeza de cómo iba a ser: convivencia, caminar cada día aproximadamente 30 kilómetros, superación, una etapa por día… Pero la luxación de mi rodilla no estaba en esos planes.
Igual no te va a gustar esto que te voy a decir, pero es una realidad: la vida está llena de problemas. La actitud que tengamos ante ellos es lo que nos va a hacer más o menos felices.
Yo siempre digo que la vida es como el juego del Mario Bros (sí, tengo ya unos añitos): una serie de pantallas que pasar, con muchos obstáculos, algunos más difíciles que otros. No me imagino a Mario llorando por las esquinas lamentándose de ese gran muro que tiene que saltar y que no hay manera. Nada de eso, lo intentará y lo intentará hasta conseguirlo, con una sonrisa en la cara.
Lamentarnos por nuestros problemas no los van a solucionar. Echarle la culpa a otros tampoco. En la vida he aprendido a ser proactiva, y ante un problema, preguntarme: “¿Qué puedo hacer yo con esto?” y en el caso de que pueda hacer algo, actuar.
Lección 4: Lo importante es el camino, no la meta
Cuando fui al Camino de Santiago tenía claro que no me iba a obsesionar con el destino de cada etapa. Quería ir a mi ritmo, disfrutando de los maravillosos paisajes de Euskadi, teniendo interesantísimas conversaciones trascendentales con el resto de peregrinos que acababa de conocer.
Sin embargo me doy cuenta que en mi vida no siempre actúo así. A veces me marco un objetivo y creo que hasta que no consiga tal o cual no voy a estar bien, cuando el camino hacia ese objetivo es lo que realmente importa, lo que debería disfrutar.
El llegar a la meta es sólo un instante, pero el recorrido para conseguirla tiene más peso temporal en nuestra vida y es el que nos va a regalar experiencias, aprendizajes y disfrute.
Lección 5: No pasa nada si no lo consigues
Cuando mi rodilla dejó de funcionar, me sentí frustrada, con rabia de no poder avanzar, impotente de no poder hacer lo que había ido a hacer. Al rato me di cuenta que no pasaba nada si no conseguía hacer esa etapa, que en ese momento lo importante era recuperarme, y que el plan B tampoco estaba nada mal.
¿Cuántas veces te ha pasado que te frustras cuando no consigues lo que te habías propuesto o cuando cometes un error? A mí muchas. Pero ya estoy aprendiendo a, cuando cometo un error, o cuando algo no sale según lo previsto, decirme estas dos frases:
- No pasa nada
- ¿Qué he aprendido yo de esto?
No hay error, solo aprendizaje. Es un cambio de ruta, nada más, y quizás nos lleve por un camino mejor del que nos habíamos propuesto. Quizás sea una nueva oportunidad, no la dejemos escapar.
Lección 6: Vive en el presente
En el Camino no había nada en qué pensar salvo en levantarte por la mañana, salir a hacer la ruta del día, terminarla, asearse y descansar. Me pareció un gran ejercicio de Mindfulness, de estar presente en ese momento, sin pensar en el futuro ni en el pasado.
En la vida real es más difícil. Tendemos a pensar en todos aquellos problemas que están ahí en nuestra cabeza, en planificar ese futuro incierto y en temer aquello que aún no ha ocurrido salvo en nuestra cabeza.
Vivimos en piloto automático, y la vida nos lleva en lugar de llevarla nosotros. Algo que me está haciendo disfrutar más de mi día a día es estar presente, mantener un estado de consciencia en todo lo que hago, vivir en el aquí y el ahora.
Así que mi propuesta es que vivas tu vida atentamente, enfocándote en esta etapa ahora, y mañana en la siguiente. El día de hoy no es la preparación para el mañana. El día de hoy es el evento principal. Disfruta de ello.
Lección 7: Sé una hormiguita
El Camino no era fácil: mucha gente abandonaba por su dureza. Otros llegaban tarde al albergue y ya no había plazas, y se quedaba sin un sitio para dormir. Otros preferían quedarse a tomarse unos vinos en lugar de seguir andando o levantarse tarde y luego ir corriendo para llegar al siguiente albergue.
Sin embargo estábamos un grupo que madrugábamos, echábamos a andar a un ritmo ni muy rápido ni muy lento, parábamos cuando nuestro cuerpo nos avisaba, pero sin extender las paradas, y llegábamos al albergue a tiempo para conseguir cama.
Tengo la absoluta certeza de que en la vida podemos conseguir todo lo que nos propongamos en constancia y disciplina. Y lo sé porque lo he vivido. Poquito a poco, pasito a pasito, pero con tesón, llegaremos a donde nos propongamos. Siempre hacia adelante, nunca hacia atrás. Eso sí: disfrutando de cada paso, y dándonos permiso a descansar cuando haga falta.
Lección 8: Escucha tu cuerpo
En el Camino de Santiago tu cuerpo es el que manda: si estás cansado o por el contrario tienes energía para seguir, si tienes alguna parte dolorida, si tienes hambre o sed…
Escuchar a mi cuerpo es algo que me ha costado siempre. Me compré el pack “yo puedo con todo” y muchas veces he hecho caso omiso a las señales que mi cuerpo me daba para que parase un poco.
Hasta que este verano mi cuerpo dijo que tenía que avisarme de una manera más drástica, y me dio un susto importante que me hizo reaccionar. Ahora que he de cuidarme casi por obligación, me arrepiento de no haber hecho caso de las señales que mi cuerpo me mandaba.
Solo tenemos un cuerpo, y cuando falle todo se acaba. No lo olvides y escúchale.
Lección 9: Busca una motivación
El el Camino de Santiago la meta global es clara: llegar a Santiago. Y cada día la meta es terminar esa ruta, llegar al siguiente albergue. Eso me hacía sentir motivada, con ganas de seguir y de afrontar el reto.
En la vida te costará conseguir algo si realmente no te motiva. Te propongo que, cuando te plantees un objetivo, te hagas la siguiente pregunta: “¿Para qué quiero conseguir esto?” Y que ese “para qué” sea tu motivación para seguir tu camino hacia el objetivo.
Si por ejemplo estás tratando de tener un hábito de alimentación saludable, quizás tu “para qué” final sea el de madurar con salud y energía para poder viajar por todo el mundo, o para poder disfrutar de tus hijos muchos años. Saber eso te motivará y ayudará a conseguir tu hábito.
Lección 10: Mantén el orden en tu vida
En el Camino de Santiago el orden era importante. Por un lado en las rutinas: levantarse, desayunar, andar, parar a descansar, seguir andando, buscar albergue, ducharse, lavar la ropa, comer, visitar la ciudad o pueblo, comprar comida, cenar, preparar los bocadillos del día siguiente, dormir. Esta rutina me hacía sentir en equilibrio, me daba paz.
Por otro lado estaba el orden en la mochila, importante sobretodo para coger cualquier cosa y no tener que sacarlo todo, o por las mañana poder vestirte a ciegas para no molestar a los que aún dormían.
En mi vida el orden también me da tranquilidad y equilibrio. Cuando rompo mis rutinas o hábitos me siento desorientada. No me siento bien conmigo misma y tengo sensación absoluta de caos.
El orden me da paz, sosiego. El orden me da seguridad en este mundo absolutamente inseguro. El orden exterior ayuda a ordenar mi caos interior.
Lección 11: Todos somos iguales
Una de las mejores experiencias que he tenido en el Camino de Santiago es el de la convivencia con desconocidos. Para mí ha sido muy enriquecedor compartir con otras personas habitación, comida, baño, cremas antiinflamatorias, historias, experiencias, reflexiones, miedos…
Creo que en el mundo real, que el el mundo del ego, nos olvidamos a veces que todos somos iguales.
La lección más importante que me he llevado del Camino de Santiago es la de mirarme a mí misma con humildad, haciéndome ver que nadie es mejor que nadie, ni yo soy más que nadie, ni nadie es más que yo.
En este mundo todos somos iguales, tenemos nuestros miedos, nuestra luz y nuestra oscuridad, y cada uno hacemos lo que mejor que sabemos con lo que tenemos. Esta idea me hace ver a los demás desde la compasión y empatía, y me hace sentir parte de un todo, como me ha hecho sentir mi experiencia en el Camino de Santiago.
Lección 12: Sé generoso
Me di cuenta en el Camino, en mi convivencia con el resto de peregrinos, que allí todo es de todos. Absolutamente todos los peregrinos con los que me he encontrado en los albergues y por el Camino compartían con generosidad lo poco que llevaban encima, eran amables y eso hacía que hubiese una bonita armonía en nuestra convivencia.
Creo firmemente que la manera de generar felicidad en mi vida es siendo dadivosa, es decir, en la de entregar valor a los demás sin expectativas, sin esperar nada a cambio. Es el gesto que todo lo cambia.
¿Cómo sería nuestra sociedad si aplicásemos esta regla a todo? Estoy segura que algo mejor de lo que es ahora.
Lección 13: Autoconócete
En el Camino de Santiago es importante saber dónde están tus límites, conocer tu cuerpo y tu mente y actuar en consecuencia.
El autoconocimiento es la base para nuestra evolución como personas. Aunque llevo en el mundo del desarrollo personal bastantes años, cada día descubro algo en mí, ya sea una nueva habilidad o un bloqueo que no sabía que existía, una creencia que me está limitando o un nuevo valor que no sabía que tenía.
Nunca dejes de autoexplorarte. No tengas miedo a lo que puedas encontrar: todo se puede mejorar, cambiar o eliminar, si quieres hacerlo.
Lección 14: Marca la diferencia
En el Camino, al igual que en la vida, hay personas que pasan por él sin pena ni gloria, y hay personas que recordaré siempre.
Cuando me fastidié la rodilla, recuerdo a un hombre con acento francés que paró a mi lado al ver cómo estaba, desmontó toda su mochila, y me llenó mi botella de su agua, me dio unos remedios naturales para la inflamación y para el dolor y ofreció su crema antiinflamatoria para que me echase sobre la rodilla.
Más adelante otro chico sevillano se ofreció a llevarme la mochila. Yo me negué claro (recordad que me compré el pack “yo puedo con todo”). Pero se lo agradecí muchísimo.
Ya en el albergue, un chico italiano y una chica catalana me dieron de los productos que ellos tenían para que me untase la rodilla y así mejorar su inflamación. Otro chico malagueño me prestó su rodillera (y eso que él la llevaba porque le hacía falta).
Todas estas personas marcaron una diferencia con el resto con un simple gesto.
He aprendido de esto dos cosas:
- Marcar la diferencia con el resto es fácil
- Da siempre un poco más de lo que los demás esperan de ti
Sé que estos dos aprendizajes puestos en práctica harán mi mundo un poco mejor.
Lección 15: Vive desde el amor
En la vida podemos vivir de dos modos: desde el amor o desde el miedo.
Tanto en el Camino de Santiago como en la vida, si desconfiamos de los demás, si dejamos de hacer algo por el miedo al juicio o a fracasar, es decir, si vivimos desde el miedo, sentiremos que estamos vacíos, que nos falta algo para ser felices.
Sin embargo si tenemos en la vida una actitud de amor infinito, incondicional, tanto para con nosotros mismos como para los demás, sin desconfianzas, sin miedos, sin reproches, sin críticas ni juicios… estoy totalmente segura que nos sentiremos plenos, satisfechos de quiénes somos y de cómo vivimos nuestra existencia.
Desde que vine del Camino de Santiago estoy trabajándome el sentir ese amor infinito, incondicional, que ya siento hacia algunas personas (mis hijos, mi familia, mis amigos…), sentirlo también hacia el resto del mundo, empezando por mí misma. Ya os contaré qué tal me va.
Construirnos la vida que queremos
Estas lecciones de vida que he aprendido en el Camino de Santiago me llevan todas al mismo punto: sólo hay un responsable de mi vida, y soy yo.
Una cosa me queda clara: la vida es maravillosa en cuanto en tanto nosotros la hagamos maravillosa. En nuestra mano está tener una vida más plena y sencilla. En nuestra mano está querernos un poco más y hacer de nuestra parcelita de mundo un lugar precioso de convivencia y amor.
Y tú, ¿has hecho el Camino de Santiago o has tenido alguna experiencia similar? ¿Cómo fue tu experiencia? Me encantaría que dejases un comentario aquí abajo y nos contases.