Esta semana he hecho un experimento: desconectar Internet del móvil. Mi Smartphone se ha convertido, por una semana, en un clásico teléfono móvil:para llamar, recibir llamadas y SMS.
¿Por qué lo he hecho? Llevaba unos días angustiada. Demasiadas tareas. Demasiados compromisos. Demasiados eventos y preparación de esos eventos. Demasiadas ideas en la cabeza y sin tiempo para desarrollar. Demasiadas notificaciones que responder. Empezaba a sentir físicamente y mentalmente el estrés. Necesitaba un descanso y un reset. Lo pensé sobre la marcha. Y conforme lo pensé, lo hice.
La belleza de la desconexión
Esta semana me he levantado por la mañana y me he sentado quieta con mi infusión y mi desayuno inmersa en el silencio que hay justo antes de amanecer. Algunos días he escuchado el silencio. Otros días he leído un libro. Otros he reflexionado sobre la vida. Después de desayunar ha llegado mi momento de la meditación. Seguidamente me he sentado y he escrito, yo sola, mis pensamientos y el suave sonido del teclado. Me he sentido mucho más inspirada, más creativa. He disfrutado mucho de este bello momento al inicio del día. Ha sido un momento maravilloso para mí, me he sentido en calma, tranquila.
En el resto del día he estado también mucho más presente. He salido del trabajo sin la necesidad de contestar mensajes de Whatsapp. He disfrutado de mi viaje en autobús, leyendo un libro u observando el paisaje. No había nada nuevo que resolver, ningún evento nuevo al que acudir. Todo estaba en paz.
He realizado mis actividades normales mucho más relajada y tranquila. He jugado con mis hijos, he paseado, he comido con una de mis mejores amigas, he tomado un té con mi marido y he charlado mucho y de muy distintos temas. No han surgido nuevas actividades que hacer con urgencia, nuevos eventos en los que estar sí o sí.
Los ratos muertos de espera los he dedicado a leer o a ver a trozos una conferencia que tenía ganas de ver y tenía pendiente.
Todos estos momentos son inigualables. Es cierto que me he perdido cosas, pero también he ganado mucho.
Y a partir de ahora, ¿qué?
No es de la tecnología de lo que tengo miedo. Es de una vida en la que siempre tenga que estar conectada, siempre con interrupciones, distraída, bombardeada de peticiones e información. Quiero una vida en la que tenga tiempo de crear y de hacer lo que me gusta, una vida en la que pueda conectar con gente de carne y hueso.
Por eso he decidido, por ahora, tomar estas medidas:
- Eliminar algunas aplicaciones del móvil: aquellas que me puedan hacer perder el tiempo, como por ejemplo la de Facebook y Twitter.
- Establecer momentos para conectarme a Internet. No necesito leer el Whatsapp cada vez que me llega un mensaje, así que buscaré 2 o 3 momentos del día para leer esos mensajes.
- El resto del tiempo, desconectar Internet. Así evito que vayan entrando los mensajes y pueda tener la tentación de leerlos. Y ahorro batería.
- No leer los mensajes hasta que no salga de casa. Así disfrutaré siempre de mi rutina de la mañana. Podrá haber excepciones, como cuando he quedado con alguien, por si ha habido un cambio de última hora.
- Tener períodos de desconexión, ya sea de un día o de un fin de semana.
- Leer un libro en los ratos muertos. Tengo libros descargados en el móvil, que no necesitan de conexión para leerlos.
- Consultar Facebook y Twitter sólo una vez al día o cada dos días, máximo 10 minutos.
Espero que estas medidas me permitan estar conectada con el mundo sin que eso me genere estrés ni me haga perder el tiempo. Porque mi tiempo es muy valioso y quiero dedicarlo en lo que es verdaderamente importante para mí.
Después de una semana enciendo el móvil y me llegan 3937 mensajes. ¿Qué me sugerís que haga con ellos?
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Foto por iassakka