Desde hace tiempo estoy tratando de llevar una vida minimalista. Pero eso no significa que no tenga cosas. En casa somos cuatro y tenemos camas, armarios, mesas, sillas, sofás, platos, vasos… Mis hijos tienen juguetes, libros… Hacemos deporte, leemos, vamos al cine de vez en cuando. Puede que estemos intentando tener una vida minimalista, pero seguimos siendo consumidores. Al fin y al cabo, es difícil vivir sin consumir.
Aún así estamos trabajando duro para huir del consumismo excesivo. El consumo se convierte en consumismo excesivo cuando se extiende más allá de aquello que se necesita. La publicidad sutilmente nos genera falsas necesidades y remodela nuestros deseos en torno a posesiones materiales. Vivimos en una cultura de consumo que hace que el consumismo excesivo parezca natural y lo normal. Pero no tiene porqué ser así.
Ropa de moda, coches más rápidos, tecnología más innovadora, casas llenas de todo tipo de cosas… El consumo excesivo nos promete la felicidad, pero nunca lo consigue. Sólo se consigue el deseo de poseer cada vez más y más, un deseo promovido por el mundo que nos rodea. Y poco a poco comienza a robarnos la vida.
Pero se puede dar un paso a atrás y luchar contra eso. El consumo es necesario, pero en consumismo excesivo no lo es. Podemos rechazarlo intencionadamente. Disfrutaremos más de la vida, estoy segura de eso.
Algunas razones por las que escapar del consumismo excesivo pueden ser:
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Más tiempo libre. La sensación de nunca terminar con el cuidado de las cosas que poseemos está minando nuestro tiempo y energía. El cuidado de nuestras casas y coches, la limpieza de cada una de las cosas que poseemos y mantener en orden todo eso nos quita un tiempo muy valioso que podríamos invertir en cosas más importantes en nuestra vida. El cuidado de cosas que no necesitamos, y en la mayoría de los casos no disfrutamos, está drenando emocional y físicamente nuestra vida. Estamos mucho mejor siendo dueños de menos.
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Menos deseo de llevar un estilo de vida de lujo. La televisión e internet ha traído la envidia a nuestras vidas a un nivel que nunca antes había experimentado la historia de la humanidad. Antes de la era digital, como mucho podríamos desear llevar la vida de los vecinos de al lado. Ahora quisiéramos tener el estilo de vida de ricos y famosos y soñamos con que nos toque la lotería para conseguirlo. Sólo un rechazo consciente al consumismo excesivo puede silenciar este deseo.
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Menos deuda. El español promedio posee 2,5 tarjetas de crédito, gasta 295 euros de media al mes con ellas y tiene una deuda media de 12.386 € en tarjetas de crédito. Esta deuda provoca estrés en nuestras vidas y nos obliga a trabajar en trabajos que no nos gustan o más horas de la cuenta. Nos hemos jugado nuestro futuro bajo las promesas vacías de los anuncios. Y hemos perdido.
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Menos impacto ambiental. El planeta Tierra produce suficientes recursos para satisfacer todas nuestras necesidades, pero no produce lo suficiente para satisfacer todos nuestros deseos. Seas más o menos ecologista, es difícil discutir con el hecho de que el consumo de más recursos no es sano para la Tierra, sobretodo cuando es completamente innecesario.
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Más generosidad. Escapar del consumismo excesivo siempre libera la energía, el tiempo y las finanzas. Cuando empezamos a rechazar la tentación de gastar todos nuestros recursos en nosotros mismos, nuestros corazones se abren y la satisfacción se encuentra en dar nuestros recursos personales a otros. La generosidad encuentra espacio en nuestra vida y nos alinea con nuestros valores más profundos.
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Más felicidad. Muchas personas creen que si encuentran la felicidad en sus vidas, su deseo de consumir en exceso se desvanecerá. Pero he comprobado que lo contrario es cierto, que el rechazo intencional del consumo excesivo abre la puerta para que la felicidad eche raíces en nuestra vida. Comencé la búsqueda del minimalismo como un medio para realinear mi vida entorno a mis grandes pasiones, no como un medio para encontrar satisfacción. Pero de alguna manera, el minimalismo se ha traducido en una mayor satisfacción.
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Una mayor comprensión de que este mundo no es sólo material, la verdadera vida se encuentra en las cosas invisibles: el amor, la confianza, la ilusión… Una vez más, todos sabemos que hay cosas en este mundo que son mucho más importantes que lo que poseemos.Pero si alguien viniera a investigar nuestras acciones, gastos e ingresos, ¿llegaría a la misma conclusión? ¿O hemos estado demasiado ocupados buscando la felicidad en los lugares equivocados?
Huir del consumismo excesivo no es una batalla fácil. Si lo fuera, lo haríamos más a menudo (me incluyo). Pero es una batalla que vale la pena luchar, porque nos priva de la vida mucho más de lo que pensamos.
El consumismo excesivo promete la felicidad, pero nunca lo consigue. La verdadera vida hay que encontrarla en otro lugar.
[Artículo basado en otro escrito por Joshua Baker].
Foto de Michael W. May