No hay nada más reconfortante que acurrucarte en tu sillón favorito, con un libro que te gusta entre las manos, escuchando la lluvia, mientras te dejas llevar por las palabras de cada página.
Leer es una de mis aficiones favoritas y, hasta ahora, también coleccionar libros. Desde muy pequeña siempre soñé con tener mi propia biblioteca. Aún recuerdo el primer libro que me compré, como una primera piedra en la construcción de mi sueño (hace poco he comprobado que aún sigue abierta la librería en la que lo hice). Desde entonces, gradualmente fui comprando libros de todo tipo, visitando frecuentemente librerías, tiendas de libros usados y mercadillos o ferias de libros. Hasta que lo conseguí: llegué a tener mi biblioteca en casa, con más de 2500 libros.
Y ahora me he deshecho de ella.
Cuando empecé a ser minimalista tenía claro que iba a minimizar mis posesiones, menos mis libros, claro. Pero conforme he ido simplificando mi vida, convirtiéndola en un vida más organizada, más enfocada en lo importante, he entendido que los apegos no nos llevan a ningún sitio, y que se puede disfrutar de ciertas cosas sin poseerlas.
He de reconocer que no ha sido fácil. Cada libro tiene un recuerdo para mí, no sólo de su contenido, sino también del momento en el que lo leí. Ha sido un proceso gradual, que empezó hace algunos meses, y que aún puede seguir (me quedan algunos libros). Me siento satisfecha con el cambio.
Si vosotros también queréis hacer un poco más de espacio en vuestra casa y en vuestra vida, os dejo algunos consejos para empezar.
12 pasos prácticos para minimizar tu colección de libros
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Decide hacerlo. Después de todo, como en cualquier caso, siempre se comienza con la decisión de empezar.
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Retira los libros de referencia no actualizados o desfasados. ¿Lo que hay en ellos lo puedes encontrar en Internet? Entonces no los necesitas.
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Busca los libros repetidos, y deshazte de ellos. Puede parecer absurdo tener dos copias del mismo libro, pero créeme que esto nos ocurre a todo bibliófilo sentimental que se precie. Incluso si te gusta mucho un libro, nunca hay necesidad de tener más de una copia de él.
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Aparta los libros que aún no has leído. Puede que te encuentres con muchos libros en tus estanterías que aún no has leído, pero que aún no puedas soportar la idea de deshacerte de ellos. Aparta esos libros, ponles una nota con la fecha de hoy. Si dentro de 6 meses aún no los has leído, regálalos o dónalos. ¡En realidad no tienes ganas de leerlos!
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Toma notas de cada libro. A veces, es la forma en la que un libro nos hizo sentir, nuestra conexión con la historia o un personaje que nos impide dejar ir el libro en sí. Tómate tu tiempo para escribir esos sentimientos, esas enseñanzas.Tengo un pequeño cuaderno que uso para esto, pero igual te gustaría escribirlo mejor en un archivo de ordenador o en un blog. Después regala ese libro a quién creas que puede sentir las mismas emociones.
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Haz una foto a los libros recuerdos. Tenía libros que no iba a leer más, pero me traían buenos recuerdos: el primer libro que compré, un libro que me regaló un amigo que ya no está, el libro que me leí en un viaje… Para conservar esos recuerdos sólo necesitamos una foto.
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Cámbiate a lo digital. Usar un lector de ebooks es lo más minimalista que hay: puedes tener miles de libros sin ocupar apenas espacio, y llevártelos dónde quieras. Me regalaron uno hace tiempo, y me ha costado, pero ya me he adaptado a él. Claro que ya existen muchas aplicaciones para todos tus dispositivos que hacen que no necesites tener ni siquiera el lector de ebooks.
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Regala o dona los libros que no vas a leer de nuevo. Pasó tiempo hasta que me conscienciara de que la mayoría de los libros que he leído no los voy a leer más.
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Date permiso para mantener tus libros favoritos. La mayoría de los amantes de los libros sabemos que hay libros que nunca nos desharemos de ellos. Son aquellos que te llevarías a una isla desierta, que podrías leer una y otra vez el resto de tu vida. Identifica esos libros importantes y mantenlos cerca de ti. Recuerda que minimalismo es enfocarse en lo importante. Si son importantes para ti, quédate con ellos.
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Visita periódicamente las bibliotecas y librerías. Cuando tenía mi propia biblioteca en casa, me gustaba repasar las estanterías, tocando los lomos de los libros, inhalando el olor a libro viejo, reviviendo las emociones de las historias contadas en cada uno de ellos. Ahora hago lo mismo en las bibliotecas y librerías. Créeme, puedes tener las mismas sensaciones aunque no sean tus libros. Además, puedes tomar libros en préstamo de las bibliotecas (Sí, de verdad, aún se puede).
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Comparte con los demás tu colección de libros. Tengo claro que un libro está hecho para ser leído. Si te cuesta deshacerte de ellos, al menos préstalos a tus amigos, familiares y conocidos. Después da un paso más: diles que no te lo devuelvan, que lo regalen a alguien que sepan que le va a gustar. Dale vida a tus libros. Regalar libros es un acto de amor, es regalar emociones, vivencias, sensaciones.
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Date cuenta de que los libros no te definen. Los libros entregan valor, han contribuido a lo que eres. Pero no definen quién eres. El libro en sí no es la memoria. Todos esos conocimientos e historias están en tu interior.
No he reducido totalmente mi colección de libros todavía, pero me siento satisfecha de que he donado más del 75% de los que una vez tuve. Ahora tengo más espacio, menos que empaquetar en caso de mudanza, menos que limpiar, menos por lo que preocuparme. Ahora estoy más ligera al liberar esos libros para que cumplan su misión: ser leídos.
Foto por Thomas Hawk